martes, 31 de diciembre de 2019

LA DESPEDIDA DE UN HÉROE

Y la definición de un sentimiento.


  Cortejo fúnebre en el entierro de Severiano Ballesteros. FOTO EFE. COL. GÓMEZ BEDIA.

Parecía que aquella iba a ser una mañana de mayo como cualquier otra. Sin embargo, al disiparse la niebla, el gaitero hizo sonar su instrumento y todo cambió de repente en el pueblo. Su lamento rodó cuesta abajo, anunciando que la ceremonia que durante tanto tiempo nadie había querido que se celebrase, acababa de comenzar. Y la ausencia, como una puñalada inevitable, penetró por todos sus barrios y calles.

Con la primera nota, el cortejo fúnebre echó a andar con paso lento y acompasado. Tras el músico, ataviado con el tartán de los Clergy, iban los hijos arropados por sus familiares. Los tres con gesto apenado, pero la mirada franca y limpia, portando las cenizas de su padre y una rama del árbol a cuyo pie había decidido descansar para siempre. Les seguían los rivales, todos ellos enemigos fraternos y capitanes alguna vez del mejor equipo europeo de golf. Que quisieron con su presencia rendir homenaje al compañero caído. A los flancos, dos líneas de remos con sus palas negras en alto, como si fueran lanzas protectoras o cirios apagados en señal de luto.

No cabía mayor solemnidad en un pueblo de pescadores.

La comitiva, rigurosa y honorable, avanzó despacio entre las casas, dispuesta a compartir su dolor, con el orgullo de quien se atreve a mostrar su herida, incluso en la derrota. Pues todo el mundo sabía bien que el difunto jamás se había rendido en ninguna batalla, ni siquiera en la última.

Mientras el triste cortejo caminaba hacia el templo, recordé sus palabras, pronunciadas un año antes, durante el bautizo de la trainera a la que el club dio su nombre. En aquella ocasión quiso asistir al acto pese al acoso de la enfermedad, para dar testimonio ante vecinos y aficionados de su agradecimiento por aquél gesto, en una muestra más de coraje y humildad. 

Estas fueron sus palabras:

"La verdad es que por el hecho de estar aquí, ya estoy emocionado. Me han dado muchos premios y galardones por lugares de todas las partes del mundo y en todas he dicho que estaba muy contento. Pero la verdad es que hoy es un día especial, muy especial. Hoy estoy muy contento, estoy emocionado y sobre todo muy satisfecho, porque sé que el pueblo de Pedreña ha querido que nuestra trainera, nuestra querida trainera, que significa tanto para todos nosotros, lleve mi nombre. La Peña (1) también lo ha querido y eso me llena de satisfacción. También para mí es un orgullo que mi nombre vaya en la trainera bogando por todo el mundo. La trainera de Pedreña es el mayor orgullo que tenemos en nuestro querido pueblo, es nuestro buque insignia, estoy seguro que siempre estaréis a su lado y que no me vais a defraudar. Espero que todos los que defendéis este barco tengáis mucha suerte en vuestro cometido. Esté donde esté, ¡Aúpa Pedreña!."

Seve recibiendo el "platanito" de la SDR Pedreña. FOTO JUAN CASTANEDO.

Al escucharlas pensé que habían sido muchos los que habían opinado sobre la importancia de este deporte en mi pueblo, pero ninguno había descrito como él lo que la trainera significa para nosotros. Poniendo letra al sentimiento que tantos compartimos.

Su discurso breve, pero intenso, conmovió a los asistentes, pues entendimos que llevaba implícita su despedida de todos nosotros. Sin poder contener las lágrimas, le respondimos con una ovación espontánea y unánime, que pareció que no acabaría nunca. Mientras tanto él, derrumbado por la emoción, no pudo mantener la sonrisa por la tristeza del momento y se fue retirando poco a poco, andando con dificultad, saludando a unos y a otros, .... ayudado por sus hermanos.

Tras su marcha, toda la gente enmudeció, intentando recuperarse del amargo trago que acababa de vivir. En ese momento, mi amigo Juan se acercó y me dijo muy afectado: "Seguro que mañana habrá muchos periódicos que pongan en su primera página las fotos más tristes de este acto. Eso es, por desgracia, lo que vende, pero te juro que nadie verá jamás una foto mía de este hombre llorando. No me lo perdonaría." Su reacción era consecuencia lógica del grado de intimidad que Severiano nos había concedido, al hacernos aquella confesión. Y venía provocada por el miedo a que alguien se atreviera a ultrajarla.

Mi amigo cumplió su palabra y no anduvo desencaminado en el pronóstico, aunque al día siguiente fueron mayoría las portadas de la prensa en las que primó la información veraz y el respeto a tan ilustre personaje.

Portadas de los diarios "El País", "El Mundo" y "ABC" el 08/05/2011.

A los sones de himnos de los valientes soldados de las Tierras Altas de Escocia, donde tanto le querían, fue acercándose a la iglesia. Algunos vecinos le aguardaban a la puerta de sus casas. Esperaban su paso para dedicarle una respetuosa inclinación de cabeza, por las veces que les había hecho sentirse orgullosos de la tierra en la que habían nacido.

En los alrededores del templo y en su interior, una multitud apesadumbrada de amigos, paisanos y admiradores, venidos algunos desde muy lejos, se había congregado para acompañarle y rendirle pleitesía. Allí recibió la última bendición, antes de que su séquito regresara silencioso hasta el que sería su refugio definitivo, a la sombra de su magnolia favorita, muy cerca de donde empezó todo.

Último adiós a Severiano Ballesteros en su finca de Pedreña. FOTO EFE. COL. GÓMEZ BEDIA.
 
Y desde aquél fatídico día, su recuerdo perdura intacto en nuestra memoria, esperando que ninguna circunstancia impida a los herederos cumplir con la última voluntad de su padre: la puesta en marcha de un museo-memorial en su casa de Pedreña. Sólo así podrán volver a encontrarse con su espíritu inquieto y combativo cuantos le conocieron y admiraron y muchos otros que acudirán a él, necesitados de ejemplo, buscando su propio camino.


J.M.G.B._2013.

(1) Peña de aficionados al remo de Pedreña.